El aceite es esencial para lubricar las partes móviles del motor, reducir la fricción y prevenir el desgaste. También ayuda a disipar el calor y a mantener el motor limpio al atrapar impurezas. Hay varios tipos de aceites:
Se debe cambiar el aceite regularmente según las recomendaciones del fabricante, cada 5,000 a 10,000 km o cada 6 meses, dependiendo del uso.
El filtro de aceite elimina las impurezas y partículas del aceite antes de que recircule por el motor. Un filtro obstruido o sucio puede reducir la eficacia del aceite y provocar desgaste en las partes del motor. Se recomienda cambiar el filtro de aceite junto con el aceite.
El filtro de aire impide que entren impurezas, polvo y otros contaminantes al sistema de admisión de aire del motor. Un filtro de aire limpio permite una combustión eficiente y mejora el rendimiento del motor. Debe revisarse y cambiarse regularmente, ya que un filtro sucio puede afectar el consumo de combustible y el rendimiento general del motor.
Este líquido evita que el motor se sobrecaliente al absorber el calor generado durante su funcionamiento. También previene la corrosión interna y el congelamiento del motor en climas fríos. Es una mezcla de agua y anticongelante (generalmente etilenglicol o propilenglicol). El nivel y la condición del líquido de refrigeración deben revisarse periódicamente.
Este fluido es vital para el funcionamiento de las transmisiones automáticas, ya que lubrica, enfría y facilita el cambio de marchas. El líquido de transmisión debe mantenerse limpio para evitar daños en la caja de cambios. Dependiendo del tipo de transmisión, puede ser necesario cambiarlo cada 60,000 a 100,000 km.
Los discos de freno forman parte del sistema de frenado de un vehículo. Cuando se presiona el pedal de freno, las pastillas de freno se aprietan contra los discos, creando la fricción necesaria para detener el vehículo. Los discos deben revisarse y reemplazarse cuando presenten desgaste excesivo o deformación, lo cual puede provocar vibraciones o una reducción en la capacidad de frenado.
Las pastillas de freno son las encargadas de crear fricción al entrar en contacto con los discos. Están hechas de materiales que resisten altas temperaturas y fricción, pero se desgastan con el uso. Se recomienda revisarlas periódicamente y cambiarlas cuando se haya reducido considerablemente el material de fricción, generalmente cada 30,000 a 70,000 km.
Los brazos de suspensión conectan las ruedas del vehículo con el chasis, permitiendo que las ruedas se muevan hacia arriba y hacia abajo mientras se mantiene la alineación. Los brazos de suspensión ayudan a absorber los impactos de la carretera y contribuyen a la estabilidad del vehículo. Si se desgastan o dañan, pueden provocar problemas en la alineación y un desgaste irregular de los neumáticos.
Las rótulas de dirección son articulaciones esféricas que conectan el sistema de dirección del vehículo con las ruedas. Permiten que las ruedas giren suavemente al tiempo que absorben las irregularidades de la carretera. Si las rótulas se desgastan, pueden producir ruidos o vibraciones y afectar la precisión de la dirección.
Los amortiguadores controlan el rebote y el movimiento de la suspensión al pasar por baches o irregularidades. Su función principal es mejorar el confort y mantener el contacto de las ruedas con la carretera. Unos amortiguadores en mal estado pueden reducir la estabilidad del vehículo, aumentar la distancia de frenado y provocar un desgaste irregular de los neumáticos. Se deben revisar y cambiar si hay fugas de aceite o si la conducción se vuelve menos estable.